De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

lunes, 28 de febrero de 2011

En el rincón mas íntimo (II) relato

un relato escrito por HOMBREconAGUANTE
Concluida la cata, Emilio se arrodilla a espaldas de Noemí y, separando sus nalgas, deja caer entre ellas un grueso hilo de saliva que baja resbalando, moja el esfínter y prosigue su camino.
Cuando ya está cayendo del cuerpo de la mujer, Emilio coloca su lengua en el punto desde el que la saliva se precipita al vacío y traza con ella el camino inverso, ascendiendo hasta el ano de Noemí que manifiesta el gran gusto que todo ello le provoca entornando los ojos.
El joven moreno no escatima atenciones al orificio sonrosado pasando la punta de la lengua sobre él con parsimonia.
Dando por bueno el dicho "favor con favor se paga", Noemí se gira y yergue del suelo a su invitado para luego caer de rodillas ante él. Levanta más su pene hasta dejarlo paralelo al vientre para que el escroto, sin vello alguno, quede totalmente al descubierto. Luego lo lame con exquisitez y se introduce alternativamente los testículos en la boca. Sube con la lengua desde estos hasta la cima del miembro y vuelve a bajar, repitiendo media docena de veces esta ruta de ida y vuelta, notando en cada pasada las venas que lo decoran.
Ahora Noemí abre la boca para dar cabida en ella a ese estilete macizo y ardiente, lo envuelve con su lengua, le da paso hasta la entrada de la garganta, lo saca para lamerlo de extremo a extremo, lo vuelve a engullir. La saliva lo empapa dentro de la boca y cae por la comisura de la boca hasta los senos y el suelo.
Cambiando de tercio, Emilio lleva a la mujer a la cama indicándole que se eche. Noemí se apoya sobre los codos y separa sus piernas suponiendo que llega su turno de gozar del sexo oral.
Emilio se arrodilla y comienza a devorar los pliegues y recovecos de ese manjar carnal. Separa los labios vaginales como quien quita el envoltorio de un bombón y lame con esmero el tesoro recién descubierto. Luego da entrada a uno y dos de sus dedos, que se encuentran en su camino un túnel dilatado, mojado y cálido.
Tras usarlos para penetrarla, siguiendo el compás marcado por sus suspiros y resoplidos, vuelve a emparejar sus labios con el par más íntimo de los de Noemí y se lanza a un pasional cunilingus.
Como si se tratara de un ser famélico y ávido de aroma y sabor a mujer, chupa, lame y besa toda la entrepierna de su amante sin discriminar nada: labios e ingles, clítoris y ano, son objeto de su fiebre bucolingual, con la que trata de complacer.
El único inconveniente de una generosidad tan abrumadora y de tal entrega amatoria es que, cada vez que Emilio pone el clítoris en el punto de mira de sus atenciones, Noemí es llevada a una sensación más cercana a la molestia, incluso al dolor, que al placer.
Normalmente ella gustaba de llegar al orgasmo como quien desciende por un tobogán con una pendiente que, suavemente inclinada al principio, se va acentuando a medida que avanza; para acabar sumergiéndose bien en una piscina refrescante, bien en una terma caliente. Pero el ímpetu de Emilio cuando ataca su clítoris la hace recibir el placer a calambrazos, como descargas eléctricas teledirigidas al centro de su mente, como sobrecargas de sensaciones acumuladas, como picos de tensión; en definitiva como si circulara por los dientes de una sierra y no por aquel tobogán.
Pero, llegada a este punto, ella se deja ir; porque, cuando te acercas a un nivel de excitación tan alto que la palabra vértigo empequeñece, cuando pareces vivir las sensaciones desde fuera de tu cuerpo, dolor y placer llegan a tener siluetas coincidentes. Además, también le gusta lo inesperado del siguiente calambrazo, el no saber en qué momento exacto la siguiente flecha con sobredosis de endorfinas será disparada. Por otro lado, dejando de lado estos fallos en la técnica sexual de Emilio, pasando por alto estos tics de impericia que un experto cazador del placer no tendría, ella estaba satisfecha con las prestaciones ofrecidas por el muchacho.
En estas vicisitudes se encuentra Noemí, en estos pensamientos inmersa, cuando el primer orgasmo, largo y sostenido, la asalta por sorpresa, inundando como una gran ola todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo convulso. Justo al mismo tiempo, Emilio recibe en su lengua el néctar con esencia de mujer que tanto parecía estar buscando.
Tras unos instantes de reposo para que ella recobre el aliento que antes huía de ella como el aire de un globo inflado pero no anudado que se suelta, Emilio hunde su miembro en las profundidades más íntimas de la ninfa pelirroja, la cual se tumba totalmente en la cama dispuesta a una nueva batalla.
Los gemidos y los jadeos pronto vuelven a llenar el ambiente. Ella se muerde el labio y se acaricia los pezones, siente el pene duro y candente en sus entrañas, nota la energía que desprende cada una de las embestidas de ese bravo semental, absorta en un mundo de pecados sin penitencia; tan absorta que tarda en notar algo duro contra su nuca.
Al percatarse lo busca con la mano bajo la almohada y saca el olvidado y gran consolador. Al mirarlo, Emilio, abriendo los ojos con una mezcla de inquietud, asombro y miedo; notando cómo su erección abandona su cuerpo a marchas forzadas; empezando a echar instintivamente la mano hacia atrás para tapar su trasero; y contrayendo su esfínter (como si la vida se le fuera a escapar a través de él o, lo más adecuado al caso, como si un dolor inconmensurable pudiera colarse por él en su cuerpo), dice a Noemí mientras señala con el índice de su otra mano al monstruo que acaba de emerger: - "Aaa no... Oye, ni de broma ¿eh?"
Ella entre carcajadas le responde tranquilizadora y burlona: - "Burro, no, se me quedó olvidado aquí. Cuando timbraste lo estaba usando"
Y tras dejar el aparato sobre la mesilla, el color vuelve a la cara de Emilio algo más pronto que la firmeza a su miembro, que, no obstante, se acaba reponiendo. Superado el trance y con renovados bríos, Emilio pone los pies de la todavía sonriente Noemí sobre sus hombros y continúa penetrándola. Ella baja la mano hasta su entrepierna para masajear su clítoris y para acariciar ese pene duro, triunfante sobre el fantasma horrendo del gatillazo, mientras entra y sale.
El cabello de Noemí empieza a pegarse a su rostro por el sudor. Traga saliva, se estremece de gusto. Emilio coge uno de los pies de la mujer, que siguen sobre sus hombros, y lame su planta un par de veces. Entre gemidos de Noemí y balbuceos ya incomprensibles ahogados en placer, el joven aumenta la potencia de su movimiento de cadera mientras le chupa los dedos del otro pie.
La fiera pelirroja avanza salvaje hacia su segundo orgasmo. Se estruja los pechos y mueve la cabeza de lado a lado. El clímax, imperial, llega arrasando con todo, forzándola a chillar, a agarrarse con fuerza a las sábanas, a pedir más, por lo que, prácticamente enloquecida, dice sin rodeos: - "Ahora a cuatro patas y por el culo"
Una vez puesta en posición sobre la cama, Emilio lame su ano para lubricarlo, con esmero pero también con premura ante la sed de carne que había poseído al espíritu de la mujer. A continuación chupa su dedo índice y lo introduce por el esfínter. Habiendo encontrado acomodo dentro, el dedo va trazando círculos cada vez mayores para dilatarlo y, al comprobar que hay ya sitio para un segundo dedo, procede a invadir lentamente el recto de Noemí con su erección. A cada movimiento de entrada o salida el miembro endurecido se desliza con mayor facilidad.
Emilio se inclina sobre la espalda de Noemí para poder cogerle los pechos y besarla en cara y cuello. Ella, al sentir la cara al lado de la suya no duda en pedirle más bravura, mayor ímpetu, con lo que el joven retoma su tarea de perforación, de horadación.
CONTINUARA...
un relato escrito por HOMBREconAGUANTE

viernes, 25 de febrero de 2011

Viernes: humor sexual

Espero al menos provocarles una sonrisa con estos chistes, hoy toca darle caña a los hombres.

Querida esposa
Querida esposa: Comprenderás que ahora que tienes 54 años, que el tiempo ha ido desmejorando tu aspecto, que ha disminuido tu apetito sexual y que yo sigo teniendo ciertas necesidades que ya no puedes satisfacer.
Soy feliz contigo como mi esposa y sinceramente espero que no te sientas herida u ofendida al saber que para cuando leas este mail, voy a estar en un Hotel del centro con mi secretaria, que tiene 18 años. Llegaré a casa antes de la medianoche”.

Cuando el tío vuelve a su casa, encuentra una nota sobre la almohada que dice:
“Querido esposo, gracias por el aviso. Aprovecho la oportunidad para recordarte que también tienes 54 años. Al mismo tiempo, te comunico que, para cuando recibas este mensaje, estaré alojada en una de las suites del Club, con mi profesor de tenis, que también tiene 18 años.
Como eres matemático, podrás comprender fácilmente que, estamos en las mismas circunstancias, pero con una pequeña diferencia: ¡18 entra más veces en 54, que 54 en 18! No me esperes levantado, llego mañana.
Un beso de tu esposa, que verdaderamente te comprende”.

Un matrimonio sueco, ambos rubios y con los ojos azules, con sus respectivos cuatro padres rubios y de ojos azules, y sus respectivos ocho abuelos rubios y ojos azules, tienen un hijo, negro de piel, moreno de pelo y con los ojos como el carbón.
El padre, mosqueado, pide que le hagan la prueba de paternidad. El doctor le confirma que el hijo es legítimo. Ante las reclamaciones del padre, que no lo podía entender, el doctor les explica:
- Estamos ante un evidente caso de “Enfermedad de Kodak”, esto es, coño grande, polla pequeña, entra la luz y se vela el niño.

FELIZ FIN DE SEMANA!!!!

lunes, 21 de febrero de 2011

En el rincón mas íntimo (I) relato

un relato escrito por HOMBREconAGUANTE
Es un apartamento perfectamente camuflado entre varias docenas iguales más, en un edificio perdido entre los muchos de una gran urbe bañada por la noche; ¿qué tiene de especial? Comprobémoslo.
A medida que nos acercamos a la cara exterior de una de sus paredes, alcanzamos a distinguir unos sonidos entre los muchos que pueblan la ciudad: se trata de gemidos, casi lastimeros; y de una respiración entrecortada, casi asfixiada.
Ojeando a través de las rendijas de la persiana bajada buscando su origen, descubrimos un consolador de dimensiones más que respetables desapareciendo dentro de una pelirroja de ojos claros y curvas pronunciadas. Yaciendo desnuda sobre la cama de un dormitorio en penumbra, se estira y retuerce de placer como una gata que se despereza. Su blanca piel refleja en parte la escasa luz que se cuela en la estancia, convirtiendo a la mujer en la luna de su propio cuarto.
Si somos capaces de oírla gemir desde fuera, nada impide pensar que sus gemidos, crecientes, traspasan también el resto de paredes de la vivienda y que son oídos por sus vecinos. Así, su rincón de placer se vuelve menos íntimo, lo que parece no importarle demasiado, por otra parte.
Cuando le queda poco para llegar al orgasmo, el sonido de un timbre se eleva sobre la sinfonía de jadeos, gemidos y suspiros. Disgustada, se saca el consolador, dejándolo escondido bajo la almohada y, mientras se dirige a la puerta de entrada, viste su cuerpo únicamente con una bata. A través de la mirilla ve al otro lado a un joven, alto, moreno, con melena y de cierto atractivo. Quizá por esto último abre la puerta sin haber echado antes la cadena.
-"Hola, ¿qué puedo hacer por ti?" pregunta ella.
-"Vaya, ¡qué guapa!"
-"Gracias...", responde gratamente sorprendida.
-"Mmmm, y pareces tener un cuerpazo"
-"¿Perdona?"
-"Te comería enterita ahora mismo, uf"
-"¿Pero qué pasa contigo? ¿Estás loco?", pregunta ella dispuesta a cerrar la puerta con notable indignación.
-"En serio, te voy a hacer de todo"
-"Oye, vete a la mierda"
El joven pasa repentinamente del entusiasmo a la perplejidad y pregunta: -"¿Eres Paula?"
-"¡No!"
-"¿No es éste el tercero derecha?", vuelve a preguntar echándose hacia atrás para comprobarlo en la puerta.
-"¡Sí!"
El chico, confuso, está unos segundos en silencio y pregunta de nuevo: -"¿El tercero derecha del número 37?"
-"No", responde ella algo más calmada, "del 45"
-"¡Jo! mil perdones, no sé cómo me he equivocado", dice pidiendo perdón con las manos juntas a la vez que da media vuelta preparado para salir corriendo totalmente ruborizado.
Ya se alejaba por el pasillo cuando escucha una carcajada femenina y luego: -"Eh, espera, ven anda". Él se para y vuelve sobre sus pasos sin comprender nada. Ya junto a ella, ésta sonríe un rato, recordando una anécdota que le sucedió dieciocho meses atrás, y dice: -"Verás, creo saber qué pasa. Tú buscas un piso de prostitutas que está en el actual número 37. Ha habido un cambio de numeración y este edificio antes era el 37. Has mirado el número antiguo en el portal. Me di cuenta porque hace algo más de un año me pasó lo mismo"
- "Ah, vale, pues repito: lo siento de veras. Me marcho, venga"
Se marchaba de nuevo, atados los cabos, profundamente avergonzado por la equivocación y más por quedar al descubierto su destino real, cuando ella lo vuelve a llamar: -"Espeeera"
Mientras el joven permanece quieto y casi temblando, la mujer procesa rápidamente la información en su cerebro: tiene en cuenta lo excitada que se encuentra por la masturbación recientemente interrumpida, comprueba el atractivo de ese efebo, recuerda algunas de sus palabras ("Vaya, ¡qué guapa!"). Nunca está de más un halago ("Te comería enterita") ¿A quién amarga un dulce? y por otra parte ¡qué modo tan práctico y oportuno de quitarse el calentón!
Al final, tras sopesar pros y contras; riesgos y beneficios; desventajas y recompensas y mordiéndose el labio, dice: -"Veamos... ¿Tú querías ir al actual número 37 para ver a la tal Paula y tener sexo con ella... pagando, ¿no?".
El chico asiente acomplejado.
-"¿Y no te apetecería -prosigue ella- quedarte en el antiguo número 37 con Noemí y tener sexo... gratis?"
El joven siente un escalofrío recorrer su cuerpo y el color de su rostro pasa prácticamente del rojo al violeta ante los bruscos bandazos que llevan dando los acontecimientos desde minutos atrás.
-"¿Y bien?" vuelve a interrogar ella.
-"Vale", responde algo menos indeciso. "Mi nombre es Emilio".
-"Encantada Emilio"
Noemí lo invita a pasar hasta su cuarto y enciende la luz. Luego, le pide que se desnude. A medida que se desembaraza de la ropa, ella contempla su cuerpo musculado, indicio de su paso por el gimnasio o de la práctica regular de algún deporte. Pero no tiene una figura exagerada de un culturista, sino más bien la armónica y tonificada de un nadador. Además está completamente depilado. Para terminar, el tamaño de su pene no es en absoluto despreciable.
Una vez desnudo, Noemí deshace el nudo de su bata con un rápido y hábil movimiento de muñeca y la deja caer al suelo mostrándole una silueta esbelta en la que destacan unos pechos grandes y unas nalgas generosas.
Dando dos pasos cada uno se encuentran a medio camino en un beso que, comenzando con ternura, pronto acaba siendo una enconada rivalidad sobre quién introduce más la lengua en la boca contraria. Apretándose con un abrazo, Emilio nota los duros pezones rosados de Noemí sobre su pecho.
Tras largos y húmedos besos, Emilio le da media vuelta y atrae su espalda contra él. Desde esa posición, la besa en el cuello, que se va inclinando lentamente hacia el lado contrario. A su vez, una de las manos del joven busca la entrepierna de la pelirroja. Sus genitales desprenden calor y se hallan lubricados, por lo que, cuando el dedo índice se adentra aventurero en la más recóndita intimidad de Noemí, lo hace sin esfuerzo. La mano contraria se eleva hasta uno de los senos y lo manosea. Juguetea con el pezón, lo pellizca, lo hunde con la yema de un dedo.
Noemí, excitada, echa su mano hacia atrás a la busca y captura del miembro duro y vigoroso de su compañero. Una vez alcanzado lo masturba lentamente. Con su mano libre, ella se apodera del pecho que no está ocupado por los cuidados de Emilio y lo levanta hasta su boca para chuparse el pezón, inflamado por el placer; lo cubre con su lengua, lo humedece con su saliva; y sólo lo suelta cuando encuentra ante su cara el dedo que hasta ese momento él tenía alojado en su vagina.
Ese dedo que luce resplandeciente, envuelto por una capa de sus jugos sexuales, pronto es degustado por la pelirroja, quien paladea su propio sabor, quien lame golosa la yema, libera de sus manos su seno y el falo que masturbaba para agarrar con ellas la mano elevada de Emilio y chupar su dedo, succionándolo como si le practicara una felación, abandonada a la tarea de saborear toda partícula de su propio flujo.
CONTINUARÁ...
un relato escrito por HOMBREconAGUANTE

viernes, 18 de febrero de 2011

Viernes: humor sexual

Esto es una ranita que estaba en un estanque....
No, que es broma, sin darme cuenta los últimos dos viernes he subido chistes relacionados con ranitas y por mas que me gustan estos animalitos, no tengo ninguna fijación u obsesión con ellos, ha sido una simple coincidencia.
Os dejo un chiste que es un poco largo, pero vale la pena, buen fin de semana!!!



Tres hombres llegan simultáneamente a las puertas del cielo. San Pedro los está esperando y les dice: - Tengo malas noticias para dos de vosotros; estamos teniendo problemas en nuestra área de admisiones y solo puedo dejar entrar a una persona por día. Los otros dos bajarán al infierno a sufrir atroces torturas durante unos días. Lamentablemente no puedo hacer otra cosa.
San Pedro continuó explicando: - La persona que cuente la mejor historia de cómo murió será quien pueda entrar en el cielo hoy.
Los tres hombres asintieron. San Pedro los hace pasar de uno en uno a su oficina, para que los otros no escuchen y adornen su propia historia.

El primer hombre comenzó a relatar:
Yo sabía que mi mujer me engañaba, así que intenté llegar a media mañana a casa... Subí los quince pisos del edificio por la escalera, para no hacer ruido con el ascensor... abrí la puerta de mi apartamento y allí estaba ella, la muy desgraciada... totalmente desnuda, en el suelo.
Sabía que la había pillado. Recorrí todo el piso en busca de su amante; arriba, abajo, debajo de la cama, en todos los armarios... ¡Nada!
Ella me decía que me calmara, que siempre hacía ejercicio desnuda. Estaba a punto de pedirle disculpas cuando oí unos ruidos en la ventana... la abrí y allí estaba el desgraciado, en la cornisa.
Cogí mi bate de béisbol y le di en la cabeza. Vi como se caía, pero tuvo suerte y aterrizó en un montón de maleza. ¡Se estaba moviendo!
Desesperado porque se me escapaba, arrastré la nevera hasta la ventana. Con gran esfuerzo la coloqué encima de la cornisa y, al empujarla se me enganchó la camisa, por lo que caí con la nevera y encontré la muerte. Al menos estoy feliz porque aniquilé al amante de mi esposa...

San Pedro no podía imaginarse historia más increíble cuando hizo pasar al segundo hombre:
Bueno, yo soy un limpiador de ventanas. Estaba haciendo tranquilamente mi trabajo en un piso alto, cuando una de las cuerdas repentinamente se rompió. Me cogí de la plataforma pero se me resbalaron las manos y caí al vacío. Alcé los brazos al cielo, pensando en mi muerte y esperando que Dios me recogiera. Afortunadamente logré cogerme de una de las cornisas del edificio. ¡¡Había sido salvado!!
Estaba dando gracias a Dios e intentando que la gente que estaba dentro de los apartamentos me salvara definitivamente. Empecé a rascar en una ventana cuando... ¡Un hombre la abrió y me pegó un tremendo golpe con un bate de béisbol! Caí al vacío otra vez, maldiciendo a esa mala persona, pero mi ángel de la guarda me permitió seguir viviendo, colocando un montón de maleza que amortiguó mi caída.
Cuando conseguí abrir los ojos para agradecer a Dios tanta fortuna, una nevera me cayó encima. Sin duda era mi destino y así encontré la muerte.

San Pedro estaba estupefacto. Hizo pasar al último hombre y le dice:
- Hijo, más vale que tengas una muy buena historia porque las dos anteriores... ¡Realmente son increíbles!
Así, el último hombre lo miró y comenzó: Para hacerlo breve, imagine esto que voy a contarle. Empieza así: Yo, desnudo, escondido en una nevera...

martes, 15 de febrero de 2011

Penes y Vaginas (VI) y algo mas

Despúes de un día tan especial como San Valentín, tal vez no tengáis las mismas ansias por deleitarse con las imágenes que subo los martes, pero de todas formas aquí están, un beso.



Pinchando en las imágenes las podrais ampliar.

domingo, 13 de febrero de 2011

¿Santificar al Pene o San Valentín?

¿Cuál consideráis el último rincón del mundo donde celebrar el Día de San Valentín?
Si digo Tailandia, muchos vais a decir que este exótico lugar puede resultar perfecto para las parejas en ese día o para una Luna de Miel, pero si os digo que en Bangkok, su capital, existe el denominado “Santuario de los Penes”, no resulta tan romántico.
Aunque parezca poco creíble, este destino se ha convertido desde hace unos años en una de las alternativas para celebrar el “Día de los enamorados”.
El santuario Chao Mae de la diosa Tuptim, como todo lugar sagrado, se encuentra en medio de un jardín frondoso, cobijado por altos árboles. La naturaleza lo protege del bullicio del centro de la ciudad en el que está ubicado.
En sus orígenes, estaba dedicado al espíritu de Mae Tuptim o “Espíritu del Granado” y recibía ofrendas consistentes en jazmines, flores de loto, alimentos e incienso.
Cierto día comenzaron a aparecer figuras de penes en el altar y aunque el “Espíritu del Granado” no estaba relacionado con la fertilidad, se comenzó a difundir que concedía la fertilidad a quien le llevara como ofrenda objetos con la forma del genital masculino y así fue como se convirtió en ligar de peregrinación para parejas del todo el mundo los días 14 de febrero.
Con el paso del tiempo, el santuario se pobló de figuras de penes de lo mas variadas en cuanto a colores, tamaños y materiales: de piedra, madera, grandes, pequeños, pintados de rojo o con lazos atados al glande.
No cuento con una guía turística de Tailandia a mano, pero según me han dicho no figura en éstas y es difícil de llegar, ya que está emplazado en el parque de un hotel.
Para aquellos que están enamorados y celebran el Día de San Valentín y para los que no lo están y no quieren oír hablar del tema, a todos dedico el artículo y os digo que: aún existe amor en el mundo, hay que estar atentos, no siempre el amor es a primera vista y que el roce hace al cariño.
¡A rozar!




viernes, 11 de febrero de 2011

Un poco de humor (V)

Una mujer estaba jugando golf, golpeó la bola y ésta se perdió en medio de unos arbustos, junto a un pequeño estanque. Mientras buscaba la bola, se encontró un sapo atrapado en una rama.

El sapo le dijo: - ¡Si me liberas te concederé tres deseos!
La mujer, sin dudarlo, liberó al sapo.
Dijo el sapo: -Gracias, pero olvidé mencionar una condición para concederte los tres deseos: cualquier cosa que pidas para ti, tu marido recibirá diez veces más.
A lo que ella respondió: -¡Ah! No hay problema… Es más, me parece muy bien…Jajajaja
Entonces ella pidió el primer deseo: ¡Quiero ser la mujer más hermosa del mundo!
-¿Segura? - preguntó el sapo. -No olvides que tu marido recibirá diez veces más… Se convertirá en un hombre extremamente bello… un adonis del que todas las mujeres se enamorarán.
-Eso no me preocupa porque, siendo yo la mas bella del mundo, él solo tendrá ojos para mí.
Pronunciando unas palabras mágicas, el sapo le concedió el primer deseo y la convirtió en la mujer mas bella del mundo.
Como segundo deseo, la mujer pidió: ¡Quiero ser la mujer más rica del mundo!
-¿Estás segura? No olvides que tu marido será diez veces más rico que tú... -avisó el sapo.
-No importa… Porque lo que es mío es suyo y lo que es suyo es mío.
Con un toque mágico el sapo le concedió el segundo deseo.
La convirtió en la mujer más rica del mundo.
Finalmente, llegó la hora de pedir el tercer deseo: -Quiero tener un ligero ataque cardíaco.
Sin preguntar nada, el sapo dijo: -Deseo concedido.

Las mujeres somos astutas.
Nunca nos subestiméis.
Este es el final feliz de la historia para todas las mujeres.
Chicas, no sigáis leyendo y disfrutad del triunfo de la inteligencia.



¿Que pasó con el tercer deseo?
La mujer, a pesar de haber pedido un “ligero ataque cardíaco”, no lo resistió y murió.
El marido, sin hacer nada, se convirtió en el hombre mas bello y rico del mundo, sufrió un ataque cardíaco DIEZ VECES MAS LEVE que el de su mujer y sobrevivió.
Muchas mujeres piensan que son más inteligentes y subestiman a los hombres.


PD.: Si eres mujer y continuaste leyendo la historia, eso prueba que nunca escuchamos lo que nos dicen. Este chiste es bastante machista, pero a ellos también hay que hacerles creer que son los mas listos. En realidad todos estamos equivocad@s... pero hay que dejar al otro creer que es el más listo. Compártelo con tod@s para que se diviertan, solo si tienen sentido del humor.

lunes, 7 de febrero de 2011

Me pones, me provocas, me fascinas...

Los lunes, en el menú tenemos relatos erótico o poemas. Aquí todos pueden expresar sus deseos, a través de palabras en voz alta, imágenes o escritos, agradezco a quienes se atreven a participar y aliento a quienes aún no lo han hecho para compartir vuestro arte.


viernes, 4 de febrero de 2011

Sexo en la Biblioteca

un relato escrito por Sensual Librarian
Era mi momento, estábamos solos en la biblioteca, hoy habías llegado con una falda muy corta, botas hasta las rodillas y un abrigo que terminaba casi a la altura de la falda. Te colocaste en un ordenador, te mostrabas entusiasmada con lo que veías en la pantalla, tanto que apenas parpadeabas.
Sin hacer ruido me levanté y me acerqué a espiar aquello que te tenía tan ensimismada. Logré ver de reojo la pantalla. Eran unas fotos insinuantes. Me excitó pensar que había alguien que te dedicaba esas fotos. No lo dudé y volví a sentarme en la mesa de entrada. Pronto sería hora de cerrar. Pero me había entrado un calentón... No quería dejarlo pasar.
Te levantaste y cogiste el bolso, aproveché para bajar las persianas de la entrada, y cerré con llave. Mi cuerpo estaba esperando la llegada del tuyo. Me miraste sorprendida. Pediste que te dejara marchar, sin embargo estaba dispuesto a retenerte el tiempo que hiciera falta.
Te miré a tus ojos de color café claro y susurré tu nombre, ese que solo yo podría saber. Como un espasmo recorrió tu cuerpo. Tus ojos no daban crédito de lo que estabas oyendo. Tu bolso cayó al suelo y no dude en recogerlo.
-Creo que deberías llamar a casa y decir que vas comer a fuera, aquí nadie vendrá hasta pasar el mediodía-.
No terminabas de reaccionar. Mis labios se pegaron a los tuyos y tu lengua dudaba si jugar y rozar la mía. Pero mis manos no dudaron y te agarraron fuerte. Tenías unos pechos que en persona abultaban mas que la foto que recordaba de ti, y tu cintura era delgada.
No tardé en meterte una mano bajo la falda, deseaba tocar tu sexo y humedecer mis dedos. Mis yemas conocían los masajes necesarios para tocar la música apropiada para que la lluvia emanara de tu interior. No hizo falta mucho. Tu flujo corría hacia al exterior, cálido. Mi tronco creció hasta un tamaño robusto y erecto. Tu falda fue subiendo y tras las medias pudiste notar la ramificación de mi cuerpo donde se concentraba toda mi sangre.
Mi bulto era palpable en tu sexo, que de buen grado recibiste con tus manos, sobándolo. Pero querías mas. Tanto como yo. No me hice de rogar y con rapidez liberé el cinturón y la cremallera, separé los extremos del pantalón y sacando a través del bóxer tu ansiado juguete, tomé tu cabeza y te dirigí para saborear tus caricias. Tu lengua me provocaba unas cosquillas que ponían el vello de punta, tu boca ensalivaba y engrasaba a su paso donde chupabas y succionabas como no había sentido antes.
Te liberé de la camisa y del sujetador y mientras seguías arrodillada, mis dedos masajeaban tus voluminosos pechos, dando pellizcos y retorciendo los pezones duros y empitonados.
No hacía falta preguntar tu grado de excitación. Tus pezones te delataban tanto como las ganas de mamártelos que me provocabas, tanto que por momentos separaba mi tronco de tu boca para golpearte en ellos, sujetando atrás con firmeza la piel y frotando la punta.
Te derretías, tus ojos reflejaban el fuego que recorría tu cuerpo, tanto que volvías con nuevas caricias para recompensarme. Manoseaba tus pechos pero en realidad deseaba ya explotar mas terreno, quería mas, deseaba mas, mis dedos habían perdido la textura de tu premio oculto. Quería lamerlo, estaba sediento de néctar. Y tu cuerpo producía el mejor, la formula que necesitaba.
Decidí colocarme acostado sobre una mesa gélida, que no tardó mucho en calentarse. Allí tus piernas se colocaron generosamente entre mi rostro, dándome la facilidad de subir entre tus muslos. Y mis manos tenían como fin separar una ligera tira que tapaba la mina donde se producía tan rico manjar. No hacia falta claridad para acertar con el sitio. A cada milímetro el olor se hacia mas rico e intenso.
Mi lengua no se quiso perder el primer contacto y un hondo suspiro de agradecimiento fue la respuesta. A ello acompañaste con mas ritmo, con mas sacudidas de tus manos, a mas engrase de tu lengua extendiéndola por mi polla. Y la mía se rebozaba con tu flujo viscoso. Cuanto mas recorría mas néctar producías. Mi boca no paraba de tragar con agrado.
Pero tu prisa no era buena, no podía terminar el juego de forma prematura. Solo era el comienzo y apenas tus caricias me hacen estallar de placer.
Era momento de jugar de otra manera diferente. Era momento de vernos las cara y disfrutar de nuestro momento.
un relato escrito por Sensual Librarian, gracias!!!

martes, 1 de febrero de 2011

Penes y Vaginas (IV)

Sé que estáis esperando a que llegue el martes para deleitaros con las imágenes, que el post que mas visitas tiene es la sección Penes y Vaginas, lo sé, muchas veces las imágenes valen más que las palabras, y que queréis que deje de lado tanto sexo oral y tanto bla bla bla e ilustre más, pues allá vamos...




ya sabeis que pinchando las imágenes se pueden ampliar, un besito a to@s