De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

martes, 13 de julio de 2010

Las Geisha ¿prostitutas de lujo?


La Geisha suele representarse dentro de la cultura occidental popular como prostituta de lujo. Sin embargo su propósito es el de entretener, ya sea recitando versos, tocando instrumentos musicales, o mediante la conversación. Dentro del cometido de la Geisha puede producirse el flirteo o el coqueteo con los hombres, así como juegos de insinuaciones, aunque los clientes saben que no pueden esperar nada más allá.
Este tipo de relación social es característicamente japonesa, donde la mentalidad del hombre encuentra cierta diversión en la fantasía de lo que puede ser pero nunca será.
Las Geisha siempre se han confundido con una tradicional clase alta de cortesanas llamadas Oiran.

Su mejor época fue durante el período Edo (1600-1868), cuando eran legales los distritos de burdeles, ubicados a las afueras de la ciudad, ofreciendo una amplia gama de entretenimientos. Exactamente en 1589, el shogun Hideyoshi autorizó la construcción de un barrio de placer en Kyoto, cerca del palacio imperial. Se crearon duras reglas a cumplir por los ciudadanos comunes, el amor pertenecía a los burdeles. Las cortesanas, consideradas unas prostitutas de lujo, atrajeron la clientela adinerada.
Las Oiran pasaron a tener un estilo de vida aislado de la realidad y su cultura fue evolucionando hacia un alto nivel de etiqueta. Su lenguaje siguió siendo muy formal, utilizando el vocabulario de la nobleza. Eran Cortesanas orientadas a “servir a la Nobleza”.
Esta situación, en lugar de atraer más clientes, poco a poco fue alejándolos. Un cliente corriente no podría pagar para obtener este tipo de servicios y para disfrutar de ellos, debía tener además un alto nivel cultural.
Había grandes diferencias culturales entre la élite y el pueblo. En 1629, les fue prohibido a las mujeres interpretar papeles en el teatro, que comenzaron a ser interpretados por hombres. Los hombres eran vendidos al igual que las mujeres, y no había tabú alguno frente a la homosexualidad. Los comerciantes comenzaron a enriquecerse y pudieron acceder a los barrios del placer.
Paralelamente, surgieron prostitutas ilegales que trabajaban en los baños públicos y jóvenes bailarinas, vendidas como concubinas por sus padres, que se vieron forzadas ante la crisis económica a vender sus cuerpos. A principios de 1700, las odoriko fueron vendidas a los burdeles, aunque ellas seguían actuando como bailarinas. Decidieron unirse y denominarse a ellas mismas con el nombre de gei-ko. Esto dio lugar al nacimiento de las Geisha como profesión formal.
La vestimenta de las Oiran y de las Geisha son bastante similares, el peculiar Kimono y el Obi, banda de tela que se ciñe a la cintura.
Una forma sencilla de distinguir entre las dos es que, la Geisha tradicional anuda su Obi en la parte de atrás y las Oiran atan su Obi en la parte delantera del Kimono, para facilitar su rápida retirada y nueva colocación, al tener que quitárselo varias veces al día.
Las Oiran hacían un servicio de entretenimiento que incluía las artes del baile, la música, la caligrafía, la poesía, y la conversación. Eran mujeres muy sofisticadas y cultas que además, ofrecían servicios sexuales.
Aunque pueda sorprender, por norma general, los clientes deseaban pasar más tiempo con entretenimientos artísticos en lugar de sexuales.
Las Oiran, usaban un peinado similar y maquillaje blanco al igual que las conocidas Geisha. Usaban maquillaje en exceso, destacando aún más el contorno de los ojos con un lápiz rojo, solo pintaban el labio inferior y exageraban con la cantidad de adornos en el peinado y el tamaño de los geta que calzaban, de madera lacada negra, con cintas de color rojo, de unos 30cm de altura.
La llegada de las Geisha opacó a las Oiran, pues el entretenimiento que ofrecían las Geisha era mas accesible para los visitantes ocasionales.
Las Geisha quitaron el protagonismo a estas prostitutas y ganaron cada vez más importancia hasta lograr su desaparición. La última Oiran data de 1761. Sólo quedan unas pocas mujeres que se forman en el arte de las Oiran, pero no ofrecen servicios sexuales, lo hacen para preservar parte de su cultura, evitando que se extinga una forma de vida que llevaba vigente por cientos de años.

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