De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Sexo en la piscina

un relato escrito por HOMBREconAGUANTE

A Alicia le gusta pasar las tardes de verano en las piscinas municipales.
Le resulta placentero sentir el agua fluyendo por su cuerpo y el sol acariciando su piel. Pero sobre todo disfruta comprobando las reacciones que provoca en un buen número de hombres que comparten las instalaciones con ella.
Su apariencia despierta deseos y es muy consciente de ello.
Sus cabellos rubios y ondulados sirven de contorno a un rostro de finas facciones entre las que destacan unos ojos de esmeralda y unos labios carnosos. Su cuerpo delgado y ligeramente tostado está bien proporcionado; las curvas que lo definen no son rotundas, barrocas, sino más bien las elegantemente suaves de las esculturas griegas.
Esta tarde está transcurriendo por los derroteros habituales: varios hombres la miran, unos esquivamente, otros con algo más de descaro; cuando se mete en la piscina para refrescarse nota una media docena de roces más o menos accidentales con caballeros jóvenes y no tan jóvenes; tomando el sol comprueba con orgullo cómo se intuye alguna erección tras el bañador húmedo de algún chico cercano de buen ver.
En definitiva, una tarde habitual... hasta que aparece él...
Entra en el recinto junto a otro joven, entre risas y bromas, un moreno de unos 25-30 años y cuerpo de nadador profesional, tonificado, musculado sin estridencias, rasurado.
Su voz es jovial pero con un toque varonil. Su sonrisa, amplia y pronunciada, marca unos atractivos pliegues en las comisuras de sus labios. El joven pasa a su lado y es ella la que ahora no puede evitar girar el cuello para ver alejarse esa espalda que podría pasar por ser tallada o esculpida por algún discípulo de Miguel Ángel.
Hace bastante tiempo que un hombre no ejerce una atracción tan poderosa sobre Alicia, quien decide que ese mismo día poseerá y será poseída por el recién llegado. Su atractivo físico es notable, sin duda, pero lo que más llama la atención de Alicia es su permanente sonrisa.
Sí, definitivamente ha de ser suyo. Quiere sentir las líneas de su cuerpo y sus músculos bajo las yemas de sus dedos; quiere conocer el tacto de sus manos sobre sus pechos; quiere ser saboreada íntimamente; y quiere saber al fin si sus ojos claros son azules o verdes. Y ya ha decidido cómo... solo hay que esperar. Mientras, sigue las evoluciones del joven moreno, charlando con su amigo, gesticulando, riendo...
Y el momento llega. Él y su acompañante se levantan y alejan de su ubicación abandonando momentáneamente sus pertenencias. Al rato, Alicia se levanta encaminándose hacia las toallas y mochilas de los dos. Introduce algo en la mochila de su objeto de deseo y vuelve a tumbarse sobre su toalla.
Al cabo de un tiempo, los dos amigos regresan al lugar, bajo la atenta pero discreta vigilancia de Alicia. Tras breves minutos el joven busca algo en su mochila y se detiene extrañado. Sostiene en su mano la parte inferior del bikini de repuesto de Alicia. Volviendo a mirar descubre una nota en la que puede leerse: "Si quieres que nos veamos aquí a las diez de la noche, lánzate desde el trampolín de la piscina principal".
La joven observa divertida cómo su moreno busca extrañado con la mirada el menor indicio de cuál de las mujeres que se encuentran allí pudo ser la autora de tan atrevida y sugerente invitación.
No teme ser descubierta antes de tiempo. Le basta con tumbarse al sol y mirar con los ojos entornados hacia el trampolín.
Un cuarto de hora después, su hombre hace acto de aparición y tras otear sin éxito una vez más el horizonte femenino, se lanza a la piscina. Alicia, satisfecha y victoriosa, cierra definitivamente los ojos sonriendo.
Llegadas las 22:00 horas, Alicia entra furtivamente en el recinto, se muda de ropa y se mete en el agua llevando solo la parte superior del bikini. Pasados unos minutos se acercan los pasos de su acompañante. Lleva puesto únicamente un bañador. Tras presentarse como Lorenzo y mirarla fijamente con sus ojos azules, se introduce en la piscina y se aproxima a la orilla donde se halla sentada Alicia con el agua cubriéndola hasta la cintura.
Lorenzo se inclina para besarla en el cuello, mientras ciñe sus manos a las suaves curvas de sus caderas, advirtiendo la falta de la parte inferior del bikini.
Las manos de ella se posan en los pectorales del joven, sintiendo su dureza. Casi al mismo tiempo los dedos traviesos de ambos buscan el sexo contrario: los de él palpan con cuidado los pliegues de la intimidad de Alicia, dejando que el pulgar avance hacia sus profundidades; los de ella liberan el falo de su partenaire y lo acaricia con las yemas antes de iniciar una lenta masturbación.
Lorenzo baja con sus labios por el cuello de ella, besando entre sus pechos, sacándolos del bikini, lamiendo su contorno, provocando el primer suspiro. Alicia coloca su mano libre sobre la nuca de él, mesando sus cabellos.
Rato después salen totalmente del agua y Lorenzo besa los pechos y el vientre de Alicia, la recorre con su lengua, mezclándose agua y saliva sobre la piel de su compañera; busca con cada mano uno de sus senos para presionarlos delicadamente y estimular unos pezones que ya empiezan a endurecerse.
Alicia, tumbada boca arriba, con los ojos semicerrados, percibe la excitación de Lorenzo cuando el pene de éste aumenta de tamaño contra la cara interior de su muslo, ante lo que ella alarga la mano para agarrarlo y usarlo para frotar su clítoris con el extremo de ese cálido miembro. Esto activa a Lorenzo, que busca con deseo los labios y la lengua de ella con los propios. Alicia pasa los genitales de Lorenzo por todo su sexo, dejando que el glande entre y vuelva a salir de ella, usándolo también para estimular su ano.
Los labios de él, dedican atenciones y mimos a sus pezones, mientras pasa su mano por el cuello de Alicia y acaricia con la yema de su índice tras la oreja y en la nuca de la muchacha, quien echa la cabeza hacia atrás para estirar el cuello y sentir mejor las caricias; y también los besos que ahora Lorenzo le prodiga.
Disfruta Alicia relajadamente de tales atenciones, con la cabeza ladeada y los ojos entornados, cuando distingue a varios metros una silueta que los acecha. Por sus contornos no cabe duda de que es una mujer. Una mujer que observa la escena con claro interés, al juzgar por las maniobras de sus dedos por debajo de su cintura.
Alicia siempre ha tenido un toque exhibicionista y por eso no se sobresalta... pero hay algo más... Se encuentra en un punto de excitación elevada y la envuelve la idea de compartir a Lorenzo con ella. Da por hecho que a él no le importará gozar de dos mujeres. Así que mira fijamente a la recién aparecida y le indica en silencio y con dos leves movimientos de su dedo que se acerque...
continuará...

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