De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

viernes, 8 de junio de 2012

Sexo en la piscina (II parte)


un relato escrito por HOMBREconAGUANTE
Tras unos instantes de titubeo, la nueva mujer se encamina hacia la pareja. Paso a paso se va revelando el cuerpo de una morena, de piel blanca, que lleva bañador porque también llegaba furtivamente a las piscinas (en este caso, para nadar).
Al llegar a la altura de los dos, Lorenzo se gira, sorprendido, para luego esbozar una sonrisa y dejar espacio a la nueva incorporación. La segunda mujer se deshace de su prenda liberando unos pechos firmes y de buen tamaño y un vientre plano con un tatuaje de una rosa, cuyo tallo echa raíces en su entrepierna.
Sin mediar palabra, se pone ante las piernas de Alicia e inclinándose, busca con su boca los genitales de la rubia.
Mientras, Lorenzo, para no quedarse fuera de juego, le besa los labios y el cuello, a la par que su mano acaricia y masajea uno de sus pechos. Alicia disfruta enormemente del doble regalo: de los besos y caricias del joven, pero, sobre todo, del delicioso sexo oral que le practica la morena sin nombre, la cual sabe encontrar entre los pliegues de su flor, los resortes más delicados y escondidos del placer, con una maestría, técnica y sensualidad como sólo una mujer sabe entregar a otra en esas tareas.
Sabe muy bien qué movimientos, qué trazos debe seguir su lengua, con qué velocidad usarla para recorrer los rincones; en qué momento y con qué cadencia reemplazar la lengua por sus labios; cuándo y cómo asaltar un clítoris, bien lamiéndolo, bien chupándolo; cómo emplear sus dedos en labores de reconocimiento.
Así que no es demasiado el tiempo que tarda en conseguir que Alicia, vibrante y excitada, deje escapar de su sexo el dulce manjar de su miel, que la bella morena se encarga de libar.
A continuación va lamiendo el torso de la rubia y arrebata la boca de Alicia a los besos de Lorenzo para besarla ella.
De los labios de esta amante femenina fue la primera vez que Alicia probó su sabor más íntimo. Esa sensación será una de las más estimulantes y poderosas de su vida sexual y la que le llevará a desear, buscar y hallar nuevas experiencias lésbicas en el futuro.
Volviendo al presente, la morena desconocida, tras haber devorado el fruto de la entrepierna de Alicia, hace ahora presa el falo de Lorenzo con evidente apetito, engulléndolo, paladeando su cálido sabor, derritiéndolo en su boca, chupando con glotonería su glande mientras lo mira traviesamente.
Al rato, Alicia se une a la felación. Así, unas veces se alternan a la hora de introducirse el sexo del hombre en la boca; otras, lamen o cubren con sus labios en paralelo parte del tronco, otras más, chupan a la vez el capullo sonrosado y aprovechan para compartir algún beso.
Finalmente, Alicia deja a su compañera en su labor y busca los pechos de ésta para lamer sus pezones con suavidad, sintiéndolos duros y templados, culminando unos pechos sumamente tiernos, como comprueba al acariciarlos y recorrerlos con sus dedos. Siente cómo la dueña de tan primorosos senos agarra su mano y la conduce hacia su vulva, guiándola en la masturbación.
Alicia nota esa entrepierna mojada, muy mojada, por lo que sus dedos se deslizan con facilidad en los bordes interiores de su rajita. Se afana en hallar el punto G, en notarlo aparecer rugoso bajo las yemas de sus dedos índice y corazón, mientras que el pulgar acaricia con cuidado el clítoris y su lengua sigue cubriendo de saliva sus pezones.
Al fin, logra que el famoso punto haga su aparición y, poco a poco, la morena sin nombre abandona la felación entre gemidos, y con respiración cada vez más profunda se tumba para disfrutar de la masturbación, que pronto, con una Alicia entregada, se convierte en un cunnilingus. Separa sus labios vaginales y pasa la lengua lentamente; con ella, cubre el clítoris y circula por cada borde y, finalmente, deja que se vaya perdiendo poco a poco dentro de los pétalos de esa flor sonrosada de la que nace la otra flor tatuada. La morena baja sus dedos para sumarlos a la estimulación. Alicia se detiene a besarlos, a lamerlos, a chuparlos golosa. Luego retoma la labor de atrapar con su lengua las esencias más escondidas de su amante mientras ésta aplica sus dedos a acariciarse el clítoris. Con jadeos y pequeños espasmos la morena alcanza un prolongado y progresivo clímax.
Renovadas las fuerzas y permanente el deseo, las dos féminas tumban a Lorenzo.
Alicia se coloca sobre su miembro erecto dispuesta a domarlo como una amazona; la otra mujer sitúa entre sus muslos la cabeza del joven dispuesta a recibir una nueva sesión de sexo oral, a gozar de otra lengua hurgando en sus recovecos, a notar la respiración de Lorenzo entre sus nalgas, a sentir sus manos asiendo sus glúteos.
Cabalga la una sobre la pelvis del chico; se retuerce la otra, moviendo sus caderas sobre la boca de éste; y, mientras, ambas, rubia y morena, se buscan en besos cargados de sensualidad. Pasan los minutos y las mujeres deciden intercambiar la posición, siendo Alicia humedecida, siendo su compañera profundamente penetrada.
Tiempo después, la noche camufla cómplice entre sus sombras los gemidos, los cuerpos sudorosos y las respiraciones aceleradas que preludian los tres orgasmos de tres amantes exhaustos.

un relato escrito por HOMBREconAGUANTE ¡gracias!


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