un
relato escrito por HOMBREconAGUANTE
Arenas Movedizas
En una noche de junio, la pelirroja Julia observa sentada en lo alto de un montículo a veinte metros sobre el nivel del mar y a cincuenta de la playa.
Lleva rato pensativa y mirando
fijamente como un halcón al desconocido joven moreno que, creyéndose
en soledad, había ido a bañarse desnudo.
Tras verle salir del mar con su cuerpo
fibroso empapado, mesarse hacia atrás los cabellos y retirar el agua
de su frente, decide descender hacia él
[ Al fin y al cabo, Álex no le es tan extraño: horas antes habían coincidido en la pista de la discoteca, bailando cerca el uno del otro e intercambiando roces de cadera y miradas furtivas, algunas no tan disimuladas. Y al cruzarse cuando ella salía de los baños y él se encaminaba hacia allí, Álex le sostuvo la mirada un par de segundos más de lo habitual y Julia, pudiendo sentir su lascivo deseo sonrió con picardía ya de vuelta a la pista de baile, imaginando que en ese mismo instante él podría estar masturbándose en su honor]
Cuando ya estaba a veinte metros de él, que todavía le daba la espalda, la bella pelirroja se quita la blusa - que la brisa de cara echa unos metros más allá- y deja al descubierto un abdomen de apariencia suave, un ombligo vertical y unos pechos bien proporcionados, coronados por unos pezones sonrosados que ya se han empezado a poner duros por la brisa y la excitación.
Diez metros más adelante deja caer su pareo azul y, dado que no llevaba ropa interior, sus secretos quedan al descubierto.
[ Al fin y al cabo, Álex no le es tan extraño: horas antes habían coincidido en la pista de la discoteca, bailando cerca el uno del otro e intercambiando roces de cadera y miradas furtivas, algunas no tan disimuladas. Y al cruzarse cuando ella salía de los baños y él se encaminaba hacia allí, Álex le sostuvo la mirada un par de segundos más de lo habitual y Julia, pudiendo sentir su lascivo deseo sonrió con picardía ya de vuelta a la pista de baile, imaginando que en ese mismo instante él podría estar masturbándose en su honor]
Cuando ya estaba a veinte metros de él, que todavía le daba la espalda, la bella pelirroja se quita la blusa - que la brisa de cara echa unos metros más allá- y deja al descubierto un abdomen de apariencia suave, un ombligo vertical y unos pechos bien proporcionados, coronados por unos pezones sonrosados que ya se han empezado a poner duros por la brisa y la excitación.
Diez metros más adelante deja caer su pareo azul y, dado que no llevaba ropa interior, sus secretos quedan al descubierto.
Avanza desnuda, teñida de un blanco
pálido por la luna llena; dejando un rastro de deso con sus pasos
descalzos que Álex sólo nota cuando ya la tiene detrás.
Al girarse, los ojos almendrados de
Julia se encuentran con los verdes de Álex, que la mira brevemente
de abajo a arriba; y la mujer confirma la disposición del joven
cuando siente la erección golpeando su muslo derecho.
Se besan con sensualidad mientras sus sexos se rozan; y acaban tumbados a media docena de pasos de la línea del mar.
Se besan con sensualidad mientras sus sexos se rozan; y acaban tumbados a media docena de pasos de la línea del mar.
Álex le chupa el labio inferior, Julia
busca con su lengua la de su amante en el interior de su boca, él
lame su cuello lentamente . La pelirroja comienza a bajar con sus
labios por el cuerpo cálido de Álex buscando su botín; lo
descapulla y chupa con delicia el glande enrojecido a la vez que
manosea su escroto; lo lame de arriba a abajo, siguiendo con su
lengua las venas endurecidas; lo engulle hasta la campanilla. Percibe
las manos de Álex escrutando su piel, su muslo, sus nalgas, su
pubis, su raja. El agua se cuela a intervalos bajo sus cuerpos.
Unos minutos después Álex no aguanta más y entre resoplidos suelta tres descargas de semen salado como el mar en el paladar de Julia, para quien la noche no ha hecho más que empezar.
Unos minutos después Álex no aguanta más y entre resoplidos suelta tres descargas de semen salado como el mar en el paladar de Julia, para quien la noche no ha hecho más que empezar.
Aún relamiéndose del trago, se gira y
avanza de espaldas hacia la cara de él, la cual queda colocada entre
los muslos de ella. Y preparándose para ser devorada, se dedica con
entrega a reanimar con manos y boca el flácido falo del hombre, cuya
lengua nota abriéndose paso entre sus otros labios, retorciéndose
dentro de ella; siente sus dedos agarrados con fuerza a sus caderas;
nota cómo busca su clítoris para embolsarlo en su boca y juguetear
con él suavemente.
Julia restriega su sexo contra la cara de Álex, mojándola con sus fluidos; y una vez recuperada la erección se vuelve a girar para ser ensartada por ese puñal. Comienza a cabalgarlo con pasión. Se inclina sobre el moreno para mordisquear su cuello, sus hombros, mientras el agua de las olas se mezcla con saliva y sudor en sus cuerpos, limpiando la arena que enseguida volverá a pegarse a ellos.
Julia se clava una y otra vez en la verga, clavando también su mirada en la de Álex, en silencio, mientras su melena gotea sobre el rostro de él. Vuelve a inclinarse para besarlo con violencia, sintiendo las yemas de unos dedos masajeando sus pechos y pellizcando sus pezones.
Julia restriega su sexo contra la cara de Álex, mojándola con sus fluidos; y una vez recuperada la erección se vuelve a girar para ser ensartada por ese puñal. Comienza a cabalgarlo con pasión. Se inclina sobre el moreno para mordisquear su cuello, sus hombros, mientras el agua de las olas se mezcla con saliva y sudor en sus cuerpos, limpiando la arena que enseguida volverá a pegarse a ellos.
Julia se clava una y otra vez en la verga, clavando también su mirada en la de Álex, en silencio, mientras su melena gotea sobre el rostro de él. Vuelve a inclinarse para besarlo con violencia, sintiendo las yemas de unos dedos masajeando sus pechos y pellizcando sus pezones.
Para prolongar la noche, cada vez que
nota que Álex está cerca del clímax deja de cabalgarlo (privándole
de su segundo orgasmo para lograr ella encadenar varios) y se dedica
a mordisquearle la barbilla, la oreja, dejándole muesca tras muesca
en el cuerpo; sintiendo los dedos de él rastreando entre sus nalgas;
y a continuación retoma la doma del potro, clavándole los talones
en los muslos; notando ese miembro endurecido hirviéndole las
entrañas, martilleándola; hollando la arena de la playa en cada
movimiento.
El rumor del mar no logra silenciar los jadeos. De repente, Julia cree haber visto un flash a lo lejos; pero está demasiado excitada para preocuparse y se queda mirando a ese punto, enloquecida, imaginando a miles de hombres, con los pantalones a la altura de los tobillos, manoseándose mientras disfrutan viéndola en una fotografía o un vídeo viral. Arquea su espalda y embiste a Álex una y otra vez, al borde del mareo, hasta que le viene un orgasmo demoledor.
Luego se levanta y lo deja allí agotado y dormido; cubierto de arena, agua, saliva, sudor, jugos y aroma de mujer; no sin antes haber escrito en la arena con su dedo su número de teléfono y dejando que sea el azar de las olas quien decida si permanecerá allí cuando él despierte.
El rumor del mar no logra silenciar los jadeos. De repente, Julia cree haber visto un flash a lo lejos; pero está demasiado excitada para preocuparse y se queda mirando a ese punto, enloquecida, imaginando a miles de hombres, con los pantalones a la altura de los tobillos, manoseándose mientras disfrutan viéndola en una fotografía o un vídeo viral. Arquea su espalda y embiste a Álex una y otra vez, al borde del mareo, hasta que le viene un orgasmo demoledor.
Luego se levanta y lo deja allí agotado y dormido; cubierto de arena, agua, saliva, sudor, jugos y aroma de mujer; no sin antes haber escrito en la arena con su dedo su número de teléfono y dejando que sea el azar de las olas quien decida si permanecerá allí cuando él despierte.
Mientras, ella desaparece desnuda entre
las sombras.
un relato escrito por HOMBREconAGUANTE ¡gracias!
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