De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

lunes, 30 de agosto de 2010

Sexo en el Caribe (Parte VIII)


Fui a la recepción a recoger mi llave y me entregaron un mensaje. En Cartagena de Indias había conocido a una chica que andaba sola de turismo, igual que yo, coincidíamos en casi todos los sitios y durante un tradicional paseo en “chiva” me acerqué a saludarla. Los tres últimos días en la ciudad colonial nos hicimos inseparables y como ella también tenía reservado hotel en San Andrés y quedamos en que cuando llegara a la isla me buscaría. ¡Que raro! Me dijo que pensaba hospedarse en otro hotel...
En vez de irme a mi habitación como tenía pensado, subí a la siguiente planta a darle la bienvenida. Abrió la puerta y al verme se puso a dar brincos de alegría y me abrazó con todas sus fuerzas. “¿Donde estabas? Me pasé toda loche llamando a tu habitación. ¿Acabas de llegar?”
Respondí moviendo la cabeza, estaba agotada física y mentalmente. Me cogió de la mano y me arrastró sonriendo hacia la cama. “Ven, túmbate y cuéntame, voy a pedir que nos suban el desayuno. ¿Te parece bien?” Nuevamente asentí con la cabeza y me extendí a mis anchas.
Mientras desayunamos me contó sus últimos días en el continente y que había cambiado la reserva del hotel para así poder estar juntas, aunque ella se quedaría unos días mas. A mi me gusta viajar sola, pero dados los acontecimientos, tal vez era mejor así, tener alguien que me valiera de pretexto para no pasar tiempo con Enrique.
Nuevamente me tiré en la cama y ella se acostó a mi lado. Me pidió que le contara porqué estaba con tan mala cara y me derrumbé. Comencé a llorar y hablar al mismo tiempo, me abrazó y me dijo que me desahogara y que ya hablaríamos.
Me acariciaba el pelo y la espalda y de vez en cuanto me apretaba contra sí, produciéndome una rara sensación, me calmaba, pero también me inquietaba. Una vez desagotado el manantial de lágrimas, comencé a contarle mi calentón con Enrique, que me mojaba sólo con verlo, que las bragas quedaban empapadas de tantos jugos que me hacía derramar, que el sexo había sido un desastre para mi, que no me había hecho gozar y que hoy por la mañana ni siquiera había logrado penetrarme, que solo me puso la punta de la polla porque mi coño no se calentó ni una gota, nada.
Ella se rió y me dijo que padecía vaginismo, que podría deberse a muchas causas, pero tal vez fuera por temor a que me lastimara por tener la verga tan grande, pero si él me gustaba, lo mas lógico es que fuera esa la razón, que solo necesitaba relajarme. “Quítate la ropa, te voy a hacer unos masajes y quedarás como nueva para el encuentro de esta noche”.
Simplemente obedecí, quedé boca abajo en su cama solo con las braguitas, estaba con los ojos cerrados dispuesta a dejarme llevar. Comenzó por la espalda, esparciendo un aceite que olía muy bien, masajeando de arriba a abajo. Luego de un rato comenzó a cambiar los movimientos, cuando bajaba las manos desde los hombros, recorría mis axilas y rozaba mis pechos, volvía a mi espalda y continuaba bajando hasta introducir sus manos bajo las bragas, acariciando mi trasero.
Estaba tan a gusto... sentía una relajación profunda mezclada con placeres nuevos. Supongo que como no protesté por estos toques eróticos, continuó intensificándolos, deteniéndose mucho más en mi culo, haciendo pequeños círculos y metiendo suavemente la punta de sus dedos entre mis nalgas.
Me giró y derramó mas aceite perfumado sobre mis pechos y comenzó a acariciarlos, erizando mi pezones. Colocó aceite en los brazos y me unió las manos bajo la cabeza. Se montó sobre mi para recorrerlos, al notar su suave piel, levanté la cabeza para mirarla y se detuvo. No se en qué momento ella había quedado en ropa interior.
Eché nuevamente la cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Siguió con el masaje, sentía un sofoco diferente, no se me quitaba la imagen de sus lindas tetas, con los pezones morenos bien parados que se traslucían bajo la tela del sujetador. Creo que percibió mi confusión, porque continuó recorriendo mi cuerpo con mas suavidad, con mas morbo, creándome mas expectativas, me acarició las piernas y descubrió mis puntos débiles, las rodillas, el hueco detrás de ellas, los tobillos, los dedos de los pies.
Al escuchar los gemidos que me provocaba, derramó mas aceite en mis pies y continuó tocándolos, mas que un masaje, sentía la mejor caricia erotizante del mundo. En todo momento había evitado tocar directamente mi sexo, fue su mejor estrategia, hizo que me fuera mojando poco a poco sin que ni siquiera yo lo notara, otra vez tenía los labios relajados, mi vulva abierta.

2 comentarios:

  1. Entre las muchas cosas que me excitan esta el ver a una mujer con su ropa interior mojada, sobre todo si la prenda es de colores oscuros o no demasiado claros, marcando todo el flujo impregnado, y cuanto mas se moja ella o esta mojada la prenda mas me excito y empalmo. MMMMM ya son horas de deleite!

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