De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Relato erótico

Hoy quiero compartir con vosotros un pequeño fragmento de una novela muy famosa y que muchos conoceréis, pero hace poco la he re-leído y con el paso del tiempo y el cúmulo de experiencias, he descubierto detalles o he comprendido situaciones que en una primera lectura solo lo imaginé sin conocimiento de causa.
Invito a todos a leer, de esto trata el blog, de sexo oral y escrito. No es mi intención reproducir una obra literaria sin autorización del autor con otro fin que no sea la difusión de la misma y mi contribución a que todos os acerquéis a los libros, a la literatura de calidad, la que alimenta la imaginación, a que ejercitéis la vuestra, como os propuse en el post de fantasías sexuales.
Espero que lo disfrutéis y os inspire a buscar la obra completa, realmente tiene momentos increíbles, eróticos y sexuales, duros, tiernos...
Seleccioné este pasaje, pero como dice en algunas cajas de medicamentos, “muestra médica sin valor comercial, prohibida su venta”

Las edades de Lulú

“...Me penetro otra vez, de una forma muy distinta, suavemente, lentamente, encima de mi, moviéndose con cuidado, como si quisiera evitar hacerme daño.
Fue un polvo extraño, dulce, casi conyugal, casi.
Me pedía constantemente que abriera los ojos y que le mirara, pero yo no podía hacerlo, sobre todo cuando mi sexo comenzaba a hincharse, a engordar ostentosamente, y me imponía la estúpida obligación de estar a solas, sola con él, para poder advertir plenamente su grotesca metamorfosis, de todas maneras lo intentaba, intentaba mirarle, y abría los ojos, y le encontraba allí, la cara colgando sobre la mía, la boca entreabierta, y veía mi cuerpo, mis pezones erguidos, largos, y mi vientre que temblara, y el suyo, veía cómo se movía su polla, cómo se ocultaba y reaparecía constantemente más allá de mis pocos pelos supervivientes, pero el mero hecho de ver, de mirar lo que estaba sucediendo, aceleraba las exigencias de mi sexo, que me obligaba otra vez a cerrar los ojos, y entonces volvía a escuchar su voz, mírame, y si me obstinaba en mi soledad, notaba también sus acometidas, muchos mas violentas de repente, nuevamente hirientes, por no abrir los ojos, dejaba caer sobre mi todo el peso de su cuerpo, resucitando el dolor, moviéndose de prisa, y bruscamente, hasta que le obedecía, y abría los ojos, y todo volvía a ser húmedo, fluido, y mi sexo respondía, se abría y se cerraba, se deshacía, yo me deshacía, me iba, sentía que me iba, y dejaba caer los párpados inconscientemente, para volver a empezar.
Hasta que una vez me permitió mantener los ojos cerrados y me corrí, mis piernas se hicieron infinitas, mi cabeza se volvió pesada, me escuché a mí misma, lejana, pronunciar palabras inconexas que no sería capaz de recordar, y todo mi cuerpo se redujo a un nervio, un solo nervio tenso pero flexible, como una cuerda de guitarra, que me atravesaba desde la nuca hasta el vientre, un nervio que temblaba y se retorcía, absorbiéndolo todo en sí mismo...”

Las edades de Lulú
Almudena Grandes, 1989
Turquets Editores S. A.
RBA Editores, S. A., 1992
pág 58-59

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Atrévete, dime lo que piensas, es anónimo, pero al menos deja un nick o apodo