De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

jueves, 28 de octubre de 2010

Tarde de compras y sexo

Había quedado con Hernán para pasar la tarde juntos, pero hoy no estaba de humor para recorrer anticuarios y librerías en busca de tesoros abandonados. Tal vez le propusiera hacer algo diferente, ir a un centro comercial, aunque no estaba segura de que aceptara, ninguno de los dos somos muy adictos a las compras, ni esclavos de la moda, por eso es que nos llevamos tan bien.
Hay un chico en mi oficina que me tiene cautivada, pero como casi siempre me sucede con los tíos cachas, no sabe ni que existo. Pronto será su cumpleaños, sólo se habla de eso en el trabajo, siempre organiza una fiesta en su casa e invita a todos los compañeros, tal vez podría hacer un cambio de look para la ocasión, comprarme algo de ropa atrevida e intentar llamar su atención.
También debo comprarme ropa interior, porque con las braguitas de algodón ecológico no creo que pueda seducir a un tío como él, aunque tengo un mini culote muy simpático que dice en el trasero: “deja de leer y quítame las bragas”, pero será mejor invertir en algo totalmente sexy, un conjunto negro, transparente... bueno a ver si para eso me atrevo a consultar a Hernán, pero el resto de ropa si, podría hacerme de personal shopper.
Para él soy como un amigo, un colega. Si cuando estamos juntos pasa una chica atractiva a su lado, como todo hombre, se gira sin disimulo para mirarla, por lo tanto, supongo que tendrá criterio suficiente para decirme si algo no me combina o no me queda bien.
Cuando nos encontramos y le propuse ir de tiendas se sorprendió, pero no se negó. Empezamos bien, pensé yo. Para ir poniéndonos a tono, fuimos a una casa de decoración, quería darle al piso un tono mas colorido, tal vez unos cojines pudieran darle un toque a la sala.
Al salir pasamos por la consabida tienda de moda que está en todos los centros comerciales de España y hasta del mundo, si, esa que empieza con Z. No soy muy aficionada a la marca, pero seguro que había algo adecuado para mi. Hernán me siguió con cara de “¡que raro ésta en Z!” pero no dijo nada.
Me sentía como una niña pequeña, no sé porqué estaba tan eufórica. Nada era de mi estilo habitual, la talla mas grande parecía que no me iba a cubrir los pechos, pero como había cosas que me gustaban, decidí ver que tal me sentaba. Me siguió hasta los probadores con cara de resignación, me sentía culpable, a los amigos no se los tortura de esa manera, tal vez debería demostrar mas entusiasmo para que se alegrara un poco y lo disfrutara.
Cuando descorrí la cortina con la primera camiseta le cambió la cara, era obvio que me quedaba bien, al fin de cuentas no había hecho mal en pedirle que me acompañara. Cuando me probé unos vestidos y unos pantalones noté otra transformación, había un brillo en sus ojos que nunca le había visto, ¿será que le gusto? Yo nunca había pensado en él en esos términos, y nunca había notado que yo le provocara otra cosa que atracción intelectual. ¿Me lo estaré imaginando?
Decidí hacer una prueba, salir de dudas, tal vez estuviera cachondo conmigo, tal vez era el tiempo que hacía que no me comía un rosco que hacía que viera chicos empalmados donde había un amigo que se había colocado la cartera en el bolsillo delantero del pantalón.
Cogí un vaquero de tiro bajo, que en mi vida me pondría, y tuve la precaución de que fuera una talla mas pequeña de la que necesito usar. Tardé en el probador, mi cabeza volaba, en realidad Hernán está como un quesito, es muy listo, simpático, pero además está bueno, se le nota su hora diaria de natación, y eso nunca lo tuve en consideración.
Nos conocimos cuando yo estaba en un mal momento y desde el primer día lloré mis penas en sus brazos, y lo sentí mi amigo, pero nunca noté que su espalda era musculosa, que sus manos eran suaves, solo veía al amigo que me consolaba, y ahora que mis heridas habían sanado, podría suceder que él fuera algo mas, que hubiera nacido un sentimiento sin que ninguno nos diésemos cuenta.
Lo llamé para que me ayudara a subir una cremallera que sabía no se iba a mover del sitio, quería sentir sus manos directamente en mi piel y lo que ellas me provocaran. Fue como una inyección de adrenalina, una descarga eléctrica que mojó mis bragas. Al mirarlo, sus ojos curioseaban en la apertura del pantalón, observaban fijamente mis bragas.
Noté su erección, eso no lo estaba imaginando, como tampoco la humedad de mis bragas, caían gota a gota mis jugos, lo había logrado tan solo con el roce de sus manos en mi vientre, no quería ni pensar qué provocaría si tocaba directamente mi sexo.
Le pedí que saliera fuera para cambiarme, necesita un momento para reponerme y pensar qué hacer con esto que había descubierto, como iba a manejar la situación de perder a mi amigo y transformarlo en el centro de mi pasión, en cómo hacer mío ese fuego que ardía en él y me arrastraba. Tenía que buscar la forma.
Tal vez la solución estaba en la ropa interior, aquella sensual lencería que me había llevado al centro comercial, la que pensaba comprar para conquistar a mi compañero de trabajo, sobre la que pensaba pedir consejo a un amigo, esa podría ser la puerta para ingresar en una aventura erótica y dejar atrás mi celibato.
Hacía unas semanas que tenía decidido lanzarme en busca de satisfacción sexual, había llegado la hora de disfrutar del sexo otra vez, lo que nunca se me había ocurrido, era que la persona que tenía a mi lado, este día me quitara la venda de los ojos y me permitiera verlo como el hombre de sangre caliente que era.
Ya en la tienda de lencería busqué el conjunto mas sexy, el que mejor pudiera destacar mis atributos, no tendría mejor ocasión de comprobar la reciprocidad de mis deseos, quería que al verme con esa ropa no pudiera contenerse, ansiaba que entrara al probador, que posara una mano sobre mis pechos, que introdujera la otra en mi tanga y me hiciera sentir mujer otra vez, que me hiciera suya ahí mismo, sin mas pérdida de tiempo.
Lentamente abrí unos centímetros la cortina del probador y lo llamé...

2 comentarios:

  1. Acabo de darme cuenta que este relato es el post nº 69 ¡lindo número! ¿verdad que si?

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  2. Da pena que hayas tenido que quitar varios post. Hay muchos relatos que se quedan un poco colgados sin su continuacion :(

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