De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

martes, 23 de noviembre de 2010

Mi Graduación (Parte I)

Por Xduel
Esta es la Historia de como comencé una parte de mi vida, que me ha traído placeres que nunca imaginé que existieran, pero sobre todo, aprendí a controlar la magia que ....

-Eh! ¿Vas a beber algo? – me dijo la camarera de aquella discoteca.
Se llamaba Ana. Era pelirroja de cabello rizado, ojos de color ámbar y cuerpo normalito para los cuerpos que se veían por aquel pub. Para mi gusto, modelados por un dios caprichoso y demasiado caliente.
-Pon lo que quieras... – dije sin levantar la vista de la barra.
-¿Qué te pasa, amor? Te veo decaído – me preguntó mientras su mano acariciaba mi brazo suavemente.
- Últimamente la vida no me va muy bien – le dije mientras caía hipnotizado por esos ojos ámbar y le dedicaba una leve sonrisa.
- ¿Le han roto el corazón a mi calladito de los viernes? – me dijo mientras avisaba a otra camarera que iba a estar un tiempo sin atender.
Salió y se sentó a mi lado, se agarró de mi brazo y se quedo mirándome, sin decir nada. Parecía que esperara que yo le contara mi vida a una desconocida tan solo con una sonrisa, aunque me inspiraba mucha confianza. Y cosas del destino o la vida o como queráis llamarlo, mis labios respondieron. Y le di un beso en la mejilla.
Intenté disculparme. No quería que se fuera. Le dije que estaba mal porque había perdido el curro y la chica con la que estaba... bueno... era una historia muy larga. Pero uno de sus dedos junto mis labios y los hizo callar, mientras sus labios me daban pequeños besos en el cuello y detrás de la oreja. Yo cerré los ojos, me limité a disfrutar, en parte porque no entendía que veía esa chica en mi.
De repente sentí como sus manos acariciaban mis muslos. Abrí los ojos y la vi frente a mi. Me sonrió una vez más y me mordió el labio superior. Yo me quedé con ganas de más. Fui a besarla, ella se negó.
Metió un dedo en el chupito que anteriormente me había servido, dejó caer una gota en su cuello, que se desplazó por su escote y me susurró al oído: - Esta noche goteará otra cosa... me esperaras? -.
Pasaron dos horas y media. Tres chupitos por mi garganta. Pero fueron bien empleadas. Yo me estaba aprendiendo cada centímetro de su cuerpo. Imaginando la ropa interior que llevaría, tipo, color o simplemente si llevaría o no.
           Su cuerpo cada vez me parecía mas perfecto, llevaba unos pantalones negros que ajustaban sus curvas, y un top rojo sin mangas, que resaltaba con el color de sus ojos y a su vez, unos senos firmes, no demasiado grandes.
           De vez en cuando ella me guiñaba un ojo o me dejaba ver un poco de su escote. Y he de confesar que un par de veces tuve que disimular que se agotaba el espacio entre mis pantalones. Ella se daba cuenta y me dedicaba una mirada lasciva.
           Era extraño, solo un beso y un roce me habían puesto como un quinceañero en su primera vez, deseoso de llegar como fuera al clímax mas absoluto.
          A las dos de la mañana ya terminaba su turno, se despidió de las demás camareras y camareros.
Pero algo pasó, se acercó a un chico un par de años mas joven que ella y le dio un abrazo que por un momento me hizo perder la esperanza. Ellos se quedaron hablando y riendo durante unos minutos y yo comprendí que había sido bonito pero había terminado.
Salí de allí y decidí ir andando a casa, hacía poco que me había mudado desde que cortara con mi novia. De repente una mano en mi brazo detuvo mi paso. Era ella, con un abrigo azul.
-¿Ya te has olvidado de mi? – Me preguntó con una voz muy dulce y esa sonrisa que me volvía loco.
-No, pero vi a ese chico y pensé... – Cortó mis palabras con sus dedos y me susurro al oído: - Era mi hermano, tu serás mi tigre esta noche... mmmmmmmm... -.
-¿A dónde vamos? – le pregunté yo, ingenuo de mi.
-Hay que trabajar esa autoestima... jajaja... a mi casa, estarás indefenso y en mi terreno – me dijo mientras apretaba los labios y señalaba un portal cercano.
Antes de llegar a su portal ya nos habíamos besado en varias ocasiones, yo había tocado sus pechos y su culo, ella se había limitado a controlar mis movimientos y responder a mis besos con susurros lascivos.
Pasamos al portal y empezó a tocarme el culo y a besarme en el cuello.
Estaba de espaldas a mí. Ella controlaba, yo solo respondía. Mis manos solo alcanzaban a tocar su espalda. Quería mas, quería mas! Me volví, la cogí por la cintura y empecé a desabrocharle los botones del top, a lo que ella respondió: - ¿Tienes prisa? -.
Yo me quedé de piedra, pero ella supo reactivarme y me susurró: - Yo mando esta noche... solo sígueme -. Y se adelanto a mí.
La seguí, solo mirando como se movían sus caderas. Quedándome hipnotizado de ese movimiento. Intentaba controlarme pero no podía, me acercaba a ella, la tocaba y sentía como se aceleraba mi corazón y mi sangre se acumulaba en mis zonas intimas.
Llegamos a su apartamento, se paró, me tocó el paquete y me dedicó una mirada lasciva y un beso en una mejilla. Pasamos y me ofreció sentarme. Se fue a poner algo más cómodo. Al rato salió con una bata transparente de color crema y un conjunto amarillo que le quedaba perfecto.
Yo no podía mas, mis pantalones antes holgados ahora estaban ajustados. Ella se dio cuenta y liberó presión abriéndome la cremallera. Empezó a acariciar mis partes. Dio un lametón, solo uno a mi pene y me sopló en la punta después de darle un beso. Empezó a jugar con ella, con su lengua, con mordiscos, con besos, y con caricias. Empezó a succionar, yo nunca había visto mi pene así, erguido pero a la vez flexible. Ella parecía controlarlo a la perfección, empezó a chuparlo y a introducírselo todo en la boca. Estuvo mas de cinco minutos trabajándosela, sabía lo que hacía. Extrajo toda la leche y se la tragó toda.
Aquella noche me hicieron la mejor mamada hasta entonces. Empezó a besarme y a desnudarme. Quería más. Yo me dejaba. Todavía estaba preso del placer de la mamada. Se quitó la ropa que llevaba en un baile sensual que activó mi polla de nuevo.
Se sentó sobre mí y empezó a acariciarme los pechos, yo empecé a tocarle los suyos, tenía los pezones erguidos y duritos. Empecé a chuparlos, lamerlos, succionarlos. Estaba excitadísimo aun después de haber sentido un orgasmo casi celestial. Cuando ella decidió empezamos la penetración vaginal. Se la metió muy despacio hasta que toda estaba dentro de ella.
Luego empezó a moverse hacia los lados, lo cual me excito aun mas y mis labios susurraron: - Eres buena!!! Ahhhhhh!!! Mmmmmm...!!! -. A lo que ella no respondió, empezó a subir y bajar al principio muy despacio y luego, transcurridos unos minutos, a una velocidad que yo no conocía. Me dolía pero qué mas daba, el placer era mas grande. Mis manos seguían jugando con sus pezones y ella me daba varios besos de tornillo que hacían que me esforzara más para aguantar hasta que ella llegara al orgasmo. Pero yo sentí como mi polla se recalentaba, era mi leche que estaba allí. A punto de salir.
Ella susurro: - La siento... corrámonos juntos... ummmm... ahora... suéltala... ahhhhhhh!!! -. Eran gemidos mutuos de placer, nuestros fluidos se mezclaron y ella seguía moviéndose, yo había vuelto a superar mis imaginaciones sobre orgasmos. Fue perfecto. Terminamos besándonos y nos quedamos abrazados en su sofá.
No se si nos dormimos, pero cuando mis ojos se abrieron estaba tumbado en su cama, a su lado. Ella estaba desnuda, su cuerpo era perfecto. Me acariciaba el pelo. Y allí cambió mi destino.
-Quieres que te enseñe? – me preguntó mientras me miraba a los ojos.
-Enseñarme? No has tenido bastante, princesa? – le pregunté orgulloso del trabajo realizado. Orgullo masculino se dice.
- Jejeje... se puede hacer mucho mejor... el problema es... ¿quieres aprender? – me dijo mientras se levantaba y se iba vistiendo.
-No te entiendo... – le dije mirándola como la ropa se ajustaba a su cuerpo.
- Soy profesora de gigolo’s en Amsterdam. Puedo enseñarte a dar un placer que las mujeres no pueden ni soñar – siguió hablando mientras se vestía.
- Ja... Y debo creérmelo? – le contesté mientras yo también me levantaba.
Se acercó a mi y acarició mi pene, éste respondió al instante. Y ella dijo: - puedo hacer que generes orgasmos solo con una mirada. Repito. ¿Quieres aprender?
-No lo se... eres extraña... hay algo que no entiendo... – le dije mientras me abrazaba a ella.
-Es el mundo de los gigolo’s. Extraño pero siempre ahí. No tienes trabajo, verdad? – terminando su intervención con una pregunta.
- No... – me volvió a cortar como de costumbre. Y dijo: - Bien, esta noche empiezas en el pub. No me falles tigre.
A partir de aquel momento, fui aprendiz sin saberlo, porque yo no había aceptado, o sí, quizás subconscientemente sí, lo que era seguro es que ella me había adoptado como alumno.

Gracias Xduel, y esperamos la continuación del relato.

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