De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mi Graduación (Parte II)

Durante casi seis meses, todas las noches acudía a clases con Tif, diminutivo que le gustaba a ella. Unas veces teóricas, otras prácticas. Pero ambas igual de placenteras. Fui aprendiendo a calentar a las mujeres con palabras. A mirarlas y que se estremecieran. Y que solo una caricia valiera para convencerlas de pasar una noche mágica.
Una noche ella me dijo: - Tu aprendizaje ha terminado. Buena suerte mi príncipe -. Lo cual a mi me sentó fatal. Yo la quería o eso creía. Pero ella me enseñó que era solo placer y cariño físico lo que pasaba por mi cabeza.
Me despedí de ella. Durante unos días no aparecí por el pub. Me quedé llorando, pensando e insultando no sé a quién o por qué. El caso es que un día me aparecí en su portal, ella salió de trabajar y llegó al portal.
-Qué haces aquí, príncipe? – me preguntó.
- Esta noche mando yo. No digas nada. Solo disfruta – le susurre al oído.
Ella comprendió que quería practicar todo lo que había aprendido, pero me dijo que esa noche tenía visita, que volviera al día siguiente. Yo asentí y me fui.
A las ocho de la mañana del día siguiente estaba tocando a su puerta. Había conseguido entrar a través de un vecino al portal. Abrió un hombre ya vestido. Le agarré por la camisa y le saqué del apartamento. – Vete, es mía, al menos hasta esta noche – le dije a ese tipo mientras cerraba la puerta.
Me volví y allí estaba ella. Desnuda, sugerente, atrevida, deseada y lo sabía.
Me quité la chaqueta y la ropa. Me quedé delante de ella, desnudo. Sabía que para satisfacerla, me tenía que desear. La miré con ojos de deseo pero sin moverme. Jugaba con la lengua entre mis labios. Quería calentarla. Ella se metió un dedo en la boca y empezó a chuparlo despacio. No pude aguantar. Me acerqué a ella. Y le toqué los senos. Ella fue a besarme, yo me aleje y di la vuelta alrededor suyo, acariciando su vagina suavemente.
Volvía estar frente a ella. Sople sus pezones despacio. Ella inclinó su cabeza mientras cerraba los ojos y susurraba: - Has aprendido bien... pasa el examen final... -. Esto provocó que la cogiera del pelo. Cuando abrió los ojos, acaricie mi cara con la suya dejando que mi aliento estremeciera su cara.
La cogí en brazos, fui a su habitación para dejarla despacio en el suelo. Empecé a darle pequeños besitos en su cuello mientras mis manos acariciaban sus hombros. Para luego besarla detrás de las orejas mientras mis manos se adueñaban de su cuello.
Era extraño, pero mi pene todavía no se erguía. Yo controlaba. Yo mandaba. De espaldas a ella, empecé a tocarle los senos. Notaba como sus pezones se iban endureciendo. Y su cuerpo se entregaba al placer. La mujer que antaño había ejercido a la perfección el papel de ama, ahora se entregaba sin preguntar. En parte, porque sabía qué le esperaba.
Una de mis manos se movía entre sus pechos y su cuello. La otra acariciaba con esmero entre su ombligo y su vagina. Fue la primera vez que se arqueó su espalda. Me sentía el dueño de ese cuerpo. Era el dueño de ese cuerpo. Era el que iba a dejarlo exhausto. Era un alumno en busca de la Matrícula de Honor.
Me quedé frente a ella. Mirándola. Sus ojos reflejaban el deseo. Los míos el poder. Seguí chupando, lamiendo y mordisqueando sus pezones, ya duros y erguidos. Poco a poco el placer también se apoderaba de mí. Chupaba sin descanso, mis manos recorrían su espalda, tomaba su culo en contadas ocasiones. Y acariciaba su pelo, su rostro, su cuello.
Noté que ya estaba húmeda. La tumbe en la cama despacio. Baje mi lengua por su pecho. Mis manos seguían acariciando sus senos. Ella erguía su espalda y yo jugaba con mi lengua en su ombligo. Separe sus piernas y allí estaba, el tesoro de toda mujer deseoso de ser encontrado. Lo acaricie. Comencé por la parte interior de sus muslos, tocándolos, acariciándolos, besándolos, lamiéndolos. Lamía su zona intima sin llegar a sus labios. Quería que deseara tenerme dentro… lo conseguiría.
Mis manos se adueñaron de su vagina. Mi aliento bailaba alrededor de su zona íntima. Mis dedos pulgares pasaban rozado una y otra vez cada uno de sus labios. Luego los dos labios a la vez mientras que yo respiraba encima de su vagina. Acariciando el final de cada muslo con mis dedos comencé a lamer muy suavemente la entrada a su tesoro, dejando que mi saliva se quedara allí o intentara entrar.
Me paré un momento para admirar su sexo, entre rosa y rojizo, ya abriéndose como rosa al tacto del agua. Poco a poco iba jugando con mis dedos, separando sus labios de vez en cuando, dando un par de breves y dulces lametones al interior de sus labios. Decidí que mi lengua ya debía entrar en el juego. Empecé a lamer suavemente el interior de sus labios mientras mis manos los habían separado.
Poco a poco iba saboreando los fluidos que salían de su cuerpo. Me excitaba más y más, pero debía controlarme. Debía hacer disfrutar al máximo a aquella mujer que tanto me había dado. Su vagina se estremecía y sus piernas se cerraban, pero yo seguía jugando con aquel tesoro incluso cuando sus muslos apretaban mi cara. Empecé a chuparlo mas rápidamente, quería ver su clítoris. Quería apoderarme de ese pequeño pendiente de toda mujer, esperando ser encontrado. Su espalda arqueada, mi pene creciendo por momentos y la pasión se respiraba en aquella habitación.
Por fin llegó el momento, el clítoris asomaba, mas rosita que otras veces, lo tomé con un dedo y lo froté lentamente. Aun escuché vagamente su gemido, fue un sabroso placer para mis sentidos, mis latidos se aceleraron, mi piel se estremeció y empecé a acariciarlo lentamente con mi lengua dentro de mi boca aun sin que tuviera ni tregua ni descanso. Ella no sabía como moverse, sus brazos imitaban movimientos de aves desconocidas, su cabeza giraba de lado a lado sin tregua a su cuello. Ambos sudábamos, ambos gemíamos, ambos nos movíamos, ambos disfrutábamos.
En un momento, en mi boca saboreaba una mezcla entre saliva y los fluidos de su vagina.
 por Xduel

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