De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Las Geisha ¿prostitutas de lujo? (III)


Esta es la última entrega de mi artículo sobre las Geisha, disfruté mucho investigando y escribiéndolo, es un tema muy interesante y que no se agota, pero en algún momento hay que poner el punto final.
A pesar de que estamos viviendo en el siglo XXI, mientras vosotros leéis esto, hay mujeres que se están planteando seriamente convertirse en profesionales del entretenimiento tradicional, ya veréis porqué, y también deciros que no solo las japonesas, sino mujeres de cualquier parte del mundo, deben cumplir determinados requisitos, uno de ellos es hablar fluidamente el idioma, pero como os decía, es necesario para paso a otros temas y si alguna quiere mas información, que no dude en hacérmelo saber y se la haré llegar. 
 

La Geisha moderna

En la actualidad, las mujeres jóvenes que desean convertirse en Geisha, comienzan su entrenamiento después de completar la escuela secundaria, la universidad, o incluso siendo ya adultas. Las mujeres interesadas en las artes tradicionales japonesas encuentran en el mundo de las Geisha una manera de profundizar en dicho conocimiento, y deciden dejar el hogar de sus padres para vivir en las casas tradicionales u okiyas.
Aún estudian los instrumentos, las canciones y la danza tradicional japonesa, la ceremonia del té, la literatura y la poesía nipona, el uso de Kimonos y el trato con los clientes.
Llegar a cierto grado de maestría en estas artes es muy difícil de conseguir, los mejores profesores y las mejores escuelas se dedican, casi única y exclusivamente, a formar a las Geisha. Ser Geisha no es tan sólo salir cada noche y acudir a fiestas privadas. La Geisha tiene que estudiar, y mucho, es preciso no sólo nacer con aptitudes especiales, sino acentuar éstas con una preparación constante.
La sociedad japonesa es, todavía hoy en día, profundamente machista y sigue habiendo diferencias muy grandes entre hombres y mujeres, aún se educa a los niños y niñas por separado, la mujer sigue relegada a un segundo plano, a cumplir con el deber de casarse, cuidar de la casa, crear una familia y administrar el dinero que gana el hombre.
Por causa de la presión social y laboral, los jóvenes japoneses disponen de poco tiempo libre para relacionarse con el sexo opuesto, incluso después del matrimonio es poco usual encontrar parejas que tengan su vida social en común. Esta particularidad de la cultura japonesa hizo que las Geisha tuvieran su razón de ser, los hombres consideraban inapropiado e inimaginable poder divertirse con su mujer y eso parece mantenerse hasta nuestros días.
Una Geisha es la antítesis de una esposa y cubre todo lo que ésta no llega a cubrir, es ingeniosa, sexy, inteligente, conoce las artes tradicionales y hace compañía a los hombres cuando estos salen a divertirse por las noches, coqueteando y jugando a la seducción.
El mundo de las Geisha puede atraer a chicas que no tengan como objetivo principal en la vida casarse y tener hijos, que quieran seguir estudiando y viviendo sus vidas de forma independiente, ya que este mundo es claramente feminista y de estructura marcadamente matriarcal.
Nos puede parecer irónico visto desde fuera, que el mundo más feminista de todos dedique su vida a servir a los hombres. Los occidentales vemos a las Geisha como esclavas de los hombres, pero la adulación que hacen al ego masculino no se aplica en su vida privada. En los distritos de Geisha mandan las mujeres y dominan a los hombres en todo lo relacionado con el empleo y la autoridad socialmente reconocida.
Las Geisha son el grupo femenino más emancipado de todo Japón. Su trabajo les obliga a satisfacer siempre a sus clientes masculinos, de una forma intelectual, artística y agradable para la vista, pero detrás de todo esto, las Geisha son de las pocas mujeres económicamente independientes, contratadas por gente culta y con buen poder adquisitivo para que asistan a sus fiestas, en casas de té o en restaurantes tradicionales japoneses, para servir como anfitrionas y para el esparcimiento de los invitados. Los honorarios los reciben a posteriori, en base al número de barras de incienso que se hayan quemado durante dicho banquete.

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