De sexo se habla y se escribe mucho, mas de lo que se practica.
Esto no es una guía para practicar mas, pero puede ser que mis experiencias
te hagan sonreír, sonrojar o te ayuden a conocer mas sobre el tema, buscarle
nuevos puntos de vista, o aprender juntos sobre sexo, erotismo y placer.

lunes, 16 de agosto de 2010

Sexo en el Caribe (Parte VI)




Entramos en el piso quitándonos la ropa. Enrique tiró de las sábanas dejando al descubierto un colchón gastado y empujándome a la cama sin contemplaciones. Sin mediar palabra, introdujo su pene en mi boca, agresivamente.
Acostumbrada al sexo oral exquisito, del tipo “arte perfeccionado con la práctica”, que se inicia como un juego, posando con suma suavidad la punta de la lengua en los puntos mas sensibles, provocando pequeños estremecimientos... la embestida en mi boca de semejante pedazo de polla negra hizo que me atragantase.
Esto pintaba a sexo duro, sin preámbulos ni leches, en lo que se quitó el pantalón había conseguido una tremenda erección, aunque toda la noche había notado lo abultado de su pantalón, cada vez que con el pretexto del baile nos rozábamos.
Una cosa era notar su miembro erecto bajo la ropa o verlo en reposo bajo su bañador, pero cuando se puso de pie frente a mí para quitarme el pantalón corto que yo no había tenido tiempo de bajar, lo vi en toda su inmensidad, y a pesar de mi estado de embriaguez, temí por la integridad de mi vagina. Ni toda la calentura del mundo podría hacer que mi cuerpo se abriera lo suficiente para recibir esa tremenda verga.
A esa altura no esperaba ninguna delicadeza por su parte, pero abrió mis piernas y metió su cabeza entre ellas, llegando a mi sexo, pasando su lengua por la parte exterior, sorbiendo los flujos que había derramado todo el día, aquellos que el agua salada del mar y la ducha no habían podido quitar, lamiendo de mi vulva las humedades frescas que la noche me había traído mientras reíamos y bebíamos y nos manoseábamos. Se detuvo un buen rato ahí, no se si para calentarme, para darme placer o simplemente para su propio disfrute. Debía preparar el terreno para que su gran miembro entrara en mi sin hacer demasiado daño.
Con un rápido movimiento, tiró de mi piernas dejando mi sexo a la altura de su polla, que intentó introducir de una embestida, y al ver que no podía, me giró, dejándome boca abajo e intentándolo nuevamente, abriendo mis labios inflamados de excitación, haciéndose camino con ayuda de sus dedos largos y finos. Grité, era una mezcla de dolor y placer, me sentía como en otro planeta, todo me daba vueltas, sin embargo me tenía sujeta fuertemente y con una mano trataba de acallar mis gritos. Había logrado penetrarme, con mucho esfuerzo, pero ahora se movía sobre mi con una cadencia que me volvía loca. Trataba de girar la cabeza, pero no me dejaba. Apenas podía distinguir su cara, que se me desdibujaba en la penumbra, pero por momentos veía una mueca de satisfacción, identificaba su sonrisa complacida y el gesto de superioridad, de posesión.
Fueron unos pocos minutos de acción intensa, se corrió dentro de mi con un grito de guerra que apretó entre sus dientes perfectos para no despertar a toda la urbanización, que dormía y sudaba en ese calor infernal, que no aliviaba las ventanas abiertas de par en par, ni los chirriantes ventiladores.
Se desplomó junto a mi, y así quedó, boca abajo y sin decir palabra. Obviamente que estaba dormido y yo desconcertada, adolorida, incrédula. Traté de incorporarme, pero no había célula de mi cuerpo que no protestara y reclamara descanso. No sabía como salir de allí, ni hacia dónde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Atrévete, dime lo que piensas, es anónimo, pero al menos deja un nick o apodo